Archivo de la etiqueta: Murakami

Los Monjes Maratonianos de Hiei

La hazaña del maratoniano japonés, hasta hace poco casi amateur, Yuki Kawauchi, que ha corrido dos maratones en 15 días con unas marcas de 2.09 y 2.12, trae a la memoria la leyenda de los Monjes Maratonianos de Hiei.

Se trata de una tradición milenaria, cuyos orígenes se remontan hacia el siglo IX. Huei es una zona montañosa de Japón, en la que un monje budista inició una tradición, que se consolidó a partir del siglo XIV y que llega hasta nuestros días, consistente en correr distancias diarias de entre 25 y 40 kilómetros durante un período de 100 días.

En el budismo, las montañas tienen un significado especial. La tradición de correr por estas zonas montañosas significaba para los monjes budistas una forma de acentuar su espiritualidad. Y también una especie de iniciación. Una prueba para alcanzar una estatus especial de monje.

Según la tradición, los aspirantes debían correr durante 100 días unas distancias diarias de entre 25 y 40 kilómetros. Por zonas montañosas y de forma ascética: vestidos con túnicas, calzados con sandalias y con escasos alimentos. Corriendo desde el amanecer, y dedicando parte del tiempo de descanso a la meditación trascendental. Un buen plan de entrenamiento :-)

Uno de los pocos complementos que llevaban estos monjes era un cuchillo. No para defenderse de ataques de fieras, ni para ayudarles a cazar. Su fin era ayudarles a suicidarse en caso de fracaso. Una señal de la trascendencia de la prueba para ellos.

Si ya el reto de recorrer esas distancias de forma ininterrumpida durante 100 días nos parece una heroicidad, aún lo es más la prueba reservada a los monjes que deseaban alcanzar un estado superior de espiritualidad. Esta consistía en completar en un plazo de unos 7 años 1.000 días corriendo, en bloques de 100 días cumplimentando distancias diarias incluso superiores a las antes indicadas (llegando en algunos casos hasta unos 85 kilómetros). Una auténtica barbaridad. Todo ello en las condiciones indicadas (calzados con sandalias, pocos alimentos, etc.) e, incluso, llegando en la última semana a la prueba definitiva de recorrer durante varios días seguidos esas distancias sin ningún tipo de alimentación o bebida. Lógicamente, la leyenda habla de un cierto porcentaje de monjes que fallecían durante la prueba.

Una curiosa experiencia, que entronca con la tradición maratoniana de Japón, con numerosos atletas de élite en esta especialidad. También viene a la mente, como no, la filosofía que se encierra tras el ensayo «De que Hablo cuando Hablo de Correr«, de Haruki Murakami, uno de los mejores escritores contemporáneos, en el que describe la relación entre su afición al running y su vida personal y profesional. Un autor que también refleja tradiciones de este calibre en otras muchas de sus obras, como en la que, en mi opinión, es su obra maestra, «La Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo«.

Y para terminar, una aproximación occidental al mundo japonés. La excelente película de Sofía Coppola «Lost in Traslation«. Una obra muy recomendable y con estupendos momentos musicales, como este romántico karaoke de Bill Murray sobre la maravillosa canción de Fleetwood Mac.

Aunque hablando de la banda londinense creada en 1967, donde hay que descubrirse en su maravillosa vocalista Stevie Nicks, protagonista de canciones inolvidables.

Y hablando de Bill Murray, un genial actor, aunque quizá algo infravalorado, su genial interpretación en una de las películas que mejoran con el tiempo, «Atrapado en el Tiempo«.

Independientemente del origen del hito de Yuki Kawauchi y de su posible futuro como maratoniano de élite (en realidad es funcionario), creo que esta tradición de los Monjes Maratonianos de Hiei es un buen ejemplo de la relación entre el running y la espiritualidad. Para los que quieran profundizar en ella, mi recomendación es acudir al libro «Running, a Global Story», de Thor Gotaas, en la que descubrí esta historia y que ha sido fuente de algunos de los datos de este post.

Correr en Sancti Petri

«Que si me paro, el muermo me puede, y si me puede me meto en la cama, que es donde mejor se está cuando llueve. Que ya no me paro ni un momento antes de que se nos lleve el viento». Manolo García. 

Este verano he pasado unos días en Chiclana. En concreto, en la zona conocida como Novo Sancti Petri, en el Hotel Valentin Sancti Petri, situado en la zona central de la Playa de la Barrosa. Ideal para familias con niños, ubicación perfecta, personal muy amable, y repostería de elaboración propia del buffet sencillamente increíble.

La Barrosa es una de las mejores playas de España, larga, ancha, protegida por dunas y muy bella, especialmente en los momentos de marea baja.

En su caso, la política urbanística de la zona ha sido eficaz, no permitiéndose en la primera línea de esta playa la construcción de hoteles, apartamentos o viviendas de excesiva altura. En líneas generales, un ejemplo de buena política medioambiental. Aunque determinadas prácticas puntuales de los usuarios no están a la altura (basuras, restos del «botellón» nocturno en algunos puentes de acceso, pequeños restos en la arena de colillas, papeles, vasos, etc.). No son incidencias muy significativas, pero lo ideal es que fueran inexistentes.

Y un consejo, a quién corresponda: sería muy recomendable testar la posibilidad de indicativos con la sugerencia de «No Fumar» en esta Playa, al igual que algunos ejemplos ya vigentes. Su calidad y belleza, así lo demandan.

La música de este verano en esta Playa, no podía ser de otra forma, es la canción del verano, en chiringuitos, en la animación del hotel, en la radio. En estos momentos lleva ya 24 millones de visionados en Youtube y es la primera del ranking de la canción del verano en antena3.com (por cierto, la web de Antena 3 es la primera posición en SEO en la búsqueda «canción del verano 2011», buen trabajo!).

Este verano podría haber otras candidatas, aunque siempre que nos encontramos en esta Playa a la altura del chiringuito del Vinci, nos viene a la mente esta gran canción de El Barrio (Selu, oriundo de la zona) que animaba La Barrosa hace tres años:

Volvamos al running. Recomiendo tres alternativas para correr por esta zona.

Como referencia, indico las rutas con partida y llegada en el mencionado Hotel Valentin, desde cuya «Piscina de Levante» se miden las distancias que se describen a continuación, que  se encuentra aproximadamente en la parte central de la playa, cuyo inicio (de oeste a este) se encuentra en el poblado de Sancti Petri y su final en el cabo de Roche. En algunos de los links se pueden seguir a través de Google Maps algunos puntos de estos recorridos.

Alternativa 1: Correr por la Playa

Salida desde el Hotel Valentin y acceso a la playa a través del puente de madera (aproximadamente 800 metros). Desde ese punto de la playa nos dirigimos en sentido Este hacia la Torre del Puerco (algo más de 4 kilómetros) para acabar en la primera formación de rocas que corta la Playa de la Barrosa y la separa de la primera de las pequeñas calas de Roche (aproximadamente, 6,5 kilómetros). Ida y vuelta, por lo tanto, unos 13 kilómetros (quizá un poco más, dependiendo del punto de salida desde el Hotel). Se pueden ir tomando como referencia, además de la Torre del Puerco, los hoteles de la primera línea. Secuencialmente, desde el Valentin: Barrosa Palace, Iberostar, Meliá, Riú y Barceló.

Recomendable utilizar zapatillas y calcetines. En días con viento de Levante, incluso moderado, la ida se hace con ciertas dificultades, que se compensan con una vuelta cómoda (entre 1 y 2 minutos menos para el mismo recorrido).

A continuación, una vista de la ida de este recorrido, en un momento de marea baja donde se aprecia la bondad del firme. También un plano más cercano de la Torre del Puerco, antigua construcción defensiva centenaria para la vigilancia de posibles ataques de barcos piratas a la costa de Cádiz (diversos ejemplos en toda la costa gaditana). Además, fue uno de los principales enclaves de la Batalla de Chiclana, contra las tropas francesas, de la que en este año se cumple el 200 aniversario.

La principal ventaja de este recorrido es, por supuesto, la belleza de la Playa (los del interior no tenemos muchas oportunidades de correr en estos entornos). Sobre todo recomendable al amanecer (7.15 – 8.15) y con bajamar. Otros aspectos positivos son la gran distancia que se puede recorrer y la calidad del terreno para fortalecer piernas.

Sus inconvenientes son la excesiva dureza (no es recomendable utilizar este recorrido más de tres días seguidos, las piernas se cargan mucho) y su utilización incómoda  si no hay marea baja (inclinación, mayor profundidad de la arena, etc.). Obviamente, incluso con bajamar, entra arena en las zapatillas y se mojan con el pequeño nivel de agua estancada en la zona de bajamar, pudiendo producir pequeños roces o ampollas. En ocasiones, esquivar a los pescadores que se ubican en la Playa al amanecer es un ligero incordio.

Alternativa 2: Correr por el Interior – Carril Bici y Parque Periurbano hasta la Torre del Puerco

Es un camino paralelo al anterior por el interior, sin llegar a Roche. La distancia aproximada, ida y vuelta, es de 13,5 kilómetros, similar a la del recorrido de la Playa, dado que por el interior se «callejea» un poco más. Es una ruta con «toboganes».

Comienza llana desde el Valentin hasta pasado el Meliá, punto en el que arranca una prolongada subida (más de un kilómetro) que pasa por delante de algunos complejos de apartamentos, para girar a la derecha en la rotonda de la entrada del bloque de apartamentos Hoyo 3 y bajar hacia el Hotel Riú. Una muy buena alternativa, antes de llegar a dicho Hotel, es abandonar el carril bici y la carretera y entrar por el inicio del Parque Periurbano de la Torre del Puerco, una especie de pequeño paseo marítimo, de aproximadamente kilómetro y medio, que bordea la Playa desde el pequeño montículo que precede a la Torre, final de dicho camino, y que transcurre entre los Hoteles Riú y Barceló y la Playa. El Parque tiene continuas subidas y bajadas, cortas y poco pronunciadas, muchas curvas cerradas y unos cuantos puntos, especialmente hacia el final en la Torre, con vistas espectaculares de la Playa y el mar.

Es una ruta con ventajas que la hacen recomendable como su recorrido variado, con subidas, bajadas y curvas, las citadas vistas espectaculares en el tramo final del Parque y la Torre, la relativa frecuencia de runners que lo utilizan y, sobre todo, el piso firme que compensa el esfuerzo de la ruta de la Playa si se hace en días alternos a la misma.

Como principales inconvenientes de esta ruta, destacar alguna zona algo «aburrida» (tramo entre el Hotel Meliá y la llegada al Parque, principalmente) y algunas cuestas de dureza media, especialmente la de vuelta desde la salida del Parque hasta la rotonda de los apartamentos Hoyo 3. También alguna zona con malos olores por contenedores de basura y, de vez en cuando, el susto por algún roedor que se cruza por los matorrales cerca del carril bici.

Algunos días de este verano, este recorrido ha contado con el «entretenimiento» especial de los controles de alcoholemia de la policía, con cierta «eficacia» (entre las 7 y las 8 de la mañana!). También es una ocasión para comprobar cada mañana cuantos coches del paseo colindante al carril bici amanecen con los retrovisores rotos por los increíbles actos de vandalismo de gente de la zona. Dos de las lacras de la zona, probablemente co-protagonizadas en un buen porcentaje por el mismo perfil de jóvenes que, también en un alto porcentaje, posiblemente pertenecen a familias de clase media o adineradas que pasan el verano en la zona. Obviamente, algo no funciona bien. Y también un mensaje a los servicios de seguridad particulares de la zona (hoteles, municipio, etc.), cuyo lema «24 horas» no solo sirve para dibujarlo en la puerta de sus coches de vigilancia.

Alternativa 3: Correr por el Interior – Pinar Público de La Barrosa

Saliendo del Hotel Valentin en dirección contraria al anterior, hacia el Pinar Público de La Barrosa (aproximadamente a 1,5 kilómetros) y, una vez dentro del mismo, un recorrido circular (más o menos marcado por un sendero) en el sentido de las agujas del reloj. Hacia el final del circuito circular, antes de llegar a una zona de juegos para niños se puede hacer una prolongación por un camino de tierra construido para el paseo. Con esta circunvalación, el circuito alcanza, aproximadamente, 2 kilómetros. Una alternativa es hacer 3 – 4 veces este circuito, lo que sumado a la distancia de ida y vuelta hasta el Hotel, da lugar a un recorrido de entre 9 y 11 kilómetros.

Las ventajas del Pinar son su recorrido llano y la distancia modulable en función de las vueltas que se deseen correr. Cuando hay Levante, es una opción más cómoda que el recorrido por la Playa o el paralelo por el interior, al estar más protegido.

Tiene, sin embargo, varias desventajas, que le hacen, en mi opinión, el menos atractivo de los tres recorridos. Es un circuito circular demasiado corto y monótono tras un par de vueltas, y, evidentemente, menos atractivo, al no divisar, en ningún momento, el mar o la Playa. Y, sobre todo, la excesiva suciedad en las mañanas «post – botellón» (un auténtico asco!).

Este año, he corrido 16 de los 18 días que he estado en Sancti Petri, todos por la mañana, entre las 7.15 y las 8.15, aproximadamente. Un total de unos 200 kilómetros, un 50% del recorrido 2 (carril bici y Parque Periurbano), un 30% del 1 (Playa) y un 20% del 3 (Pinar).

Tres rutas que podrían, perfectamente, ambientarse con esta magnífica canción de Manolo García, que siempre recuerdo, tanto a la llegada como a la vuelta, a unos pocos kilómetros de Chiclana:

Por último, para descansar de tanta carrera, las dos recomendables novelas que he leído este verano en Sancti Petri.

Primero, la magistral novela de Roberto Bolaño «Los Detectives Salvajes«.

Una obra a la altura de su conocida «2066». La historia de dos poetas «real visceralistas», el mexicano Ulises Lima y el chileno Arturo Belano, con un itinerario que transcurre, entre otros lugares, por México, Guatemala, Estados Unidos, Chile, Israel, España y Francia, que abarca las tres últimas décadas del siglo XX y que es narrada, en una sucesión de acontecimientos adelante y atrás en el tiempo, a través de la imagen que de estos personajes centrales tienen los protagonistas periféricos del libro, la mayoría de ellos, construidos de forma muy atractiva. Entretenida, de narrativa prodigiosa, original, moderna y con un excepcional abanico de personajes. Una auténtica obra maestra.

Segundo, una de las pocas novelas de Murakami que tenía pendientes, su primer éxito, «La Caza del Carnero Salvaje«.

Su primera novela popular y la que le lanzó a la fama en Japón. Inicialmente inferior a otras de sus obras, las críticas no muy positivas me habían predispuesto negativamente ante esta novela, siendo, junto a «Spunik, Mi Amor» y alguna compilación de cuentos, las único obras de este autor que aún no había leído.

No obstante, su lectura me sorprendió positivamente. Aunque no a la altura de sus grandes obras maestras («El Pájaro que da Cuerda…», «El Fin del Mundo y…», «19Q4», etc.), es una muy buena novela que, sobre todo, anticipa la mayor parte de los temas comunes de Murakami: personajes solitarios que se encuentran involuntariamente en situaciones límite, mundos oníricos, el peligro de las sectas y los extremismos (personificados, en este caso, en la extrema derecha), misteriosos hoteles, chicas inteligentes y misteriosas, etc.. También están presentes las características habituales de su narrativa: minuciosas descripciones, atención a los detalles (vestimenta, comidas, etc.), diálogos directos, normalidad de los personajes centrales, etc.. Una obra absolutamente recomendable, y relativamente sencilla para introducirse en el mundo de este escritor japonés.

Libros sobre Running: «De que Hablo cuando Hablo de Correr»

«At least, he never walked»

«De que Hablo cuando Hablo de Correr«, de Haruki Murakami, «Correr«, de Jean Echenoz y «Running, a Global History«, de Thor Gotaas, son tres de los mejores libros sobre running que se han escrito. Se trata, respectivamente, de un ensayo autobiográfico del conocido escritor (y maratoniano) japonés, una biografía novelada de Emil Zápotek escrita por un relativamente poco conocido autor francés y una historia del correr desde los orígenes de los tiempos escrita por un sociólogo noruego. Los dos primeros han sido traducidos y editados en castellano por Tusquets y Anagrama. El tercero se puede conseguir (creo) solo en su versión en inglés.

Este post se centra en el primero de ellos, el ensayo autobiográfico de Haruki Murakami, uno de los mejores escritores de la actualidad. Y mi favorito; he leído prácticamente toda su obra, incluidos algunos inéditos en España. «De que Hablo cuando Hablo de Correr» («What I Talk About when I Talk about Running») describe sus vivencias y sensaciones como corredor, sus experiencias en entrenamientos y carreras populares, la influencia del running en su profesión de escritor y los paralelismos entre ambas dedicaciones.

En mi opinión, dentro del ranking de calidad de su obra, este ensayo se sitúa inmediatamente después de sus dos mejores novelas, «Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo» y «El Fin del Mundo y un Despiadado País de las Maravillas«, y a un nivel similar al de otras de sus obras maestras como «Kafka en la Orilla«, «Tokio Blues» y la reciente «19Q4» (al menos, sus dos primeros libros, únicos de la trilogía publicados en España hasta el momento). Y, por supuesto, es superior a otras de sus novelas como «After Dark» o «Dance, Dance, Dance«, por ejemplo.

He leído este libro tres veces, una en su versión en inglés (salió al mercado casi dos años antes que la traducción al castellano) y otras dos en su edición en castellano, del ejemplar que amablemente me regaló (y dedicó) mi admirado y buen amigo, Mikel Lejarza, que también comparte la afición por el deporte popular (la bicicleta, en su caso).

Me permito transcribir algunas frases y párrafos de la obra, a efectos meramente ilustrativos y como expresión de mi admiración a este autor. Y recomiendo (a corredores y no corredores) la compra del libro, por ejemplo en la edición de Tusquets adjunta.

Ya en la primera lectura, tuve la impresión de compartir la mayoría de las sensaciones que Murakami describe en su libro. Las sucesivas re-lecturas me han permitido detenerme en párrafos que describen situaciones o sentimientos que comparto e intuyo son comunes a la inmensa mayoría de runners de todas las nacionalidades, edades y condición.

Para empezar, Murakami explica muy bien como el running se inserta en la vida de los corredores afirmando que «correr a diario es vital, de modo que no puedo aflojar o dejarlo sólo porque esté ocupado. Si tuviera que dejar de correr sólo porque estoy ocupado, sin duda no podría correr en mi vida». La filosofía del runner queda también expresada cuando Murakami reconoce que «el acto de correr fue integrándose en mi ciclo vital hasta formar parte de él, igual que las tres comidas diarias, el sueño, las tareas domésticas o el trabajo».

Refleja perfectamente el espíritu «competitivo» de muchos corredores cuando comenta que «no me preocupa en exceso si gano o me ganan. Me interesa más ver si soy o no capaz de superar los parámetros que doy por buenos» o como «si uno prueba a correr un Maratón se da cuenta de ello: a los corredores de fondo no les importa demasiado que otro corredor les supere o superar a otro durante la carrera. Porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ése no es otro el tú de ayer». Comentarios de este tipo son comunes en el ensayo, y en su parte final incide en que «los tiempos individuales, el puesto en la clasificación, tu apariencia, o cómo te valore la gente, no son más que cosas secundarias. Para un corredor como yo, lo importante es ir superando, con sus propias piernas y con firmeza, cada una de las metas».

También  incide en los pensamientos que circulan por la mente de un runner cuando corre. Expresa muy bien ese estado cuando se pregunta «¿realmente en qué pienso mientras corro?. Y, para ser franco, no consigo recordar bien en que he venido pensando hasta ahora mientras corría. (…), realmente casi nunca pienso en nada serio». Este es un ejemplo de como el running es una herramienta para liberar la mente, ordenar ideas y disminuir el estrés diario.

Las sensaciones después de un Maratón u otra prueba de larga distancia son descritas de forma acertada cuando comenta que «poco después de dejar de correr, todo lo que he sufrido y todo lo miserable que me he sentido se me olvidan, como si jamás hubieran sucedido, y ya vuelvo a estar decidido a hacerlo mejor la próxima vez». Explica muy bien como se sobrepone a la dureza de estas pruebas, «precisamente porque son duros, y precisamente porque nos atrevemos a arrostrar esa dureza, es por lo que podemos experimentar la sensación de estar vivos».

La relación con otros corredores y la identificación mutua es otro de los temas del ensayo. Así, habla de como «corriendo por las calles, se puede distinguir fácilmente a los principiantes de los veteranos. Los que respiran a bocanadas cortas y jadeando son los principiantes, en tanto que los veteranos lo hacen de modo silencioso y regular. Sumidos en sus pensamientos, su corazón les va marcando lentamente el tiempo. Cuando nos cruzamos por los caminos, uno capta el ritmo respiratorio del otro y percibe cómo el otro marca el tiempo». En la parte final del libro se vuelve a explicar como «aunque no sea algo tan pretencioso como para calificarlo de sentimiento de solidaridad, existe vagamente entre nosotros, como esa tenue bruma que se forma en las cumbres montañosas a finales de primavera, algo así como cálido sentimiento común».

Esta identificación entre corredores la extiende a su profesión, al afirmar que «del mismo modo, cada escritor capta el estilo y el modo en que otro escritor utiliza el lenguaje». Y es que en la mayor parte de la obra, Murakami explica como el oficio de escritor y la afición de runner se retroalimentan entre sí. Así, por ejemplo, explica como en su caso «la mayoría de lo que sé sobre la escritura lo he ido aprendiendo corriendo por la calle cada mañana. De un modo natural, físico y práctico».

Este es un paralelismo extrapolable a otras dedicaciones y profesiones, como se aprecia en otras de sus afirmaciones como la de que «correr ayuda a memorizar discursos y cosas similares. Mientras te desplazas con tus piernas puedes ordenar mentalmente las palabras de un modo casi inconsciente. Si tengo la mente ocupada en todo eso, puedo correr largo rato a una velocidad natural y sin forzar la máquina».

Especialmente interesantes, son los apartados que el autor dedica a su debut y preparación en el triatlon, dedicando especial atención a la consecución de la técnica necesaria para el tramo inicial a nado y el segundo en su bicicleta «18 ‘Til I Die»:

También  dedica Murakami algunos capítulos concretos a sus experiencias como corredor popular, en pruebas tan emblemáticas como los Maratones de Boston (su lugar habitual de residencia) y Nueva York. La parte final del libro se centra, precisamente, en la preparación de esta última prueba, en un contexto de dificultades y lesiones, en el que va expresando su amor y admiración por esta ciudad, Central Park, los pretzels, los escaparates de Bergdorg Goodman. Murakami se pregunta si, el día de la carrera «¿podré saborear a placer el otoño en Nueva York mientras mis piernas mi impulsan por esa tierra exótica».

En esta parte se incluyen algunas detalladas descripciones de técnicas, kilómetros y ritmos de entrenamiento planificados por Murakami, así como buenas descripciones del ambiente y recorrido de este Maratón, con especial consideración a la dificultad de su final en algunos tramos de cuestas de Central Park, que quedan compensados con el objetivo cumplido y, por supuesto, las espectaculares vistas de los rascacielos del Upper East Side, 5th Avenue y 59th Street.

Una de las partes más originales de este libro es la correspondiente a su experiencia como ultramaratoniano en una prueba de 100 kilómetros en Japón. Además de sentimientos y sensaciones en los momentos de esfuerzo supremo en la parte final de esa carrera («lo único que yo veía eran, a lo sumo, los tres metros de terreno que tenía delante. Más allá no había nada. Mi mundo se acababa en esos tres metros»), en ella, se encuentran algunas de las reflexionas más profundamente espirituales que el autor japonés realiza acerca del acto de correr. Por ejemplo, cuando cuenta como «al llegar al kilómetro setenta y cinco, sentí como si hubiera atravesado algo. (…) Era realmente como si mi cuerpo hubiera atravesado una pared de piedra y pasado al otro lado». Los conocedores de la obra de Murakami encontrarán un paralelismo entre esa sensación y una parte fundamental de la temática de su obra, sus universos paralelos. Y el remate con su sensación de que «al final, prácticamente se habían borrado de mi mente no sólo el sufrimiento físico, sino incluso cosas como quién era yo o qué hacía en esos instantes. (…) El acto de correr se hallaba ya en un ámbito que rozaba casi lo metafísico», para acabar con su descripción de la melancolía del corredor: «De todas las cosas que comportó para mí la experiencia de la ultramaratón, sin embargo, la más significativa no fue de carácter físico, sino espiritual. Me trajo una suerte de apatía espiritual. De pronto, algo que podría denominarse la tristeza del corredor, el runner’s blue».

La edición española de Tusquets incluye algunas fotografías del autor en carreras como el Maratón de Boston y algún triatlon, así como imágenes de su primer Maratón en solitario entre la ciudad griega del mismo nombre y Atenas.

También la música, tema habitual en todas las obras de Murakami, tiene su protagonismo en este libro. Algunos críticos, sobre todo japoneses, critican el carácter «pop» de este autor, aficionado, además de a la música clásica (componente esencial de la mayoría de sus libros), al rock americano, al pop europeo y iconos culturales occidentales contemporáneos como Lost o Los Soprano. En este ensayo, entre otras citas musicales, comenta como entre sus cantantes y grupos favoritos a la hora de entrenar se encuentran, por ejemplo, los Rolling Stones. Esta es una de sus canciones preferidas cuando corre:

Otro de los grupos favoritos del escritor japonés para sus rodajes es The Loving Spoonful, a los que expresa una gran admiración:

Pero además de ser un autor «pop», volcado con la cultura contemporánea, en la obra de Murakami es habitual la cita a compositores clásicos como Bach y Mozart. Un ejemplo reciente, es la estructuración de parte de su última obra «19Q4» a través de esta bella pieza de Janaçek:

Algunos de los mejores capítulos del libro son aquellos en los que describe como sus hábitos de correr y rendimientos se van adaptando al paso del tiempo. Completa algunas excelentes descripciones de como la edad va afectando a las cualidades del runner y como el cuerpo se debe ir adaptando a las mismas. Afirma, refiriéndose a su actual condición, que «los tiempos no me preocupan. A estas alturas, estoy seguro de que, por mucho que me esfuerce, ya no conseguiré correr como antaño, cosa que aceptaré sin reparos. No me resulta agradable, pero es lo que tiene envejecer». Y como «lo importante no es competir contra el tiempo. Es posible que, en adelante, para mí tenga mucho más sentido saber con cuánta satisfacción correré esos cuarenta y dos kilómetros y hasta que punto disfrutaré». Por último, reflexiona acerca de como, a pesar del paso del tiempo «voy a seguir corriendo maratones con todo mi empeño, sin desfallecer, hasta que consiga volver a sentir que he corrido satisfactoriamente. Supongo que, mientras mi cuerpo me lo permita, aunque esté viejo y achacoso, y aunque la gente de mi entorno me sugiera cosas como, ¿no cree que sería hora de ir dejándolo?, ya tiene usted una edad, seguiré corriendo. Aunque mis tiempos empeoren más y más, estoy seguro de que pondré en ello el mismo empeño y esfuerzo que hasta ahora e incluso, en ocasiones, más que hasta ahora». En este sentido también se desarrolla la cita, en la parte final del libro, en la que afirma que «ignoro hasta cuándo podré mantener ese ciclo de tareas y actividades de escas utilidad. Pero, por lo pronto, ya que hasta ahora he venido realizándolas con perseverancia y sin hastiarme, pienso intentar seguir realizándolas mientras pueda».

Por último, como pequeño homenaje, y demostración del aprecio y consideración de este autor en España, estos vídeos que recogen el reciente discurso de Haruki Murakami en Barcelona al recibir el XXIII Premi Internacional Catalunya:

Gracias, maestro.